Principios de Liderazgo

La persona del líder

Liderazgo: ¿Qué es?

El maestro mediocre dice, el maestro bueno explica, el maestro superior demuestra, y el maestro excelente inspira. Hay una gran distancia entre enseñar e inspirar. Lo mismo ocurre con el liderazgo

 

Espartaco fue un hombre que tuvo su hora con el destino. Fue jefe de una rebelión de esclavos en Roma. Al parecer era un desertor del ejército romano, que había sido capturado y vendido como esclavo a un entrenador de gladiadores de Capua llamado Léntulo. Consiguió escapar junto con otros 70 esclavos y desencadenó una rebelión en el sur de Italia.

 Siendo gladiador formó un ejército de esclavos como él que, en el año 71 A.C., se levantó contra las autoridades del Imperio Romano en busca de libertad. Consiguió vencer dos veces a las legiones romanas hasta que, luego de un prolongado sitio y la subsiguiente batalla, fue derrotado por el general Marco Craso. Luego del triunfo, el general Craso se dirigió a los miles de soldados de Espartaco que fueron capturados: “Ustedes han sido esclavos y volverán a ser esclavos. Pero les perdonaremos lo que legalmente se han ganado: la muerte por crucifixión a manos de las legiones romanas. La única condición es que me entreguen al esclavo Espartaco, ya que no lo conocemos de vista”.

Luego de una larga pausa, Espartaco se puso de pie y declaró: “Yo soy Espartaco”. En seguida un hombre a su lado también se puso de pie y gritó: “Yo soy Espartaco”. El próximo hombre hizo lo mismo y un minuto más tarde todo el ejército estaba de pie.

Con aquella decisión, todos los soldados eligieron la muerte. Uno debe, pues, preguntarse: ¿Cómo logró Espartaco semejante lealtad hacia su persona y hacia su causa? ¿Fue la personalidad de Espartaco la que obró de un modo tan poderoso sobre sus seguidores, a tal punto que prefirieron morir crucificados antes que entregarlo? ¿Fue la visión de libertad que Espartaco encendió en sus corazones, la que no estaban dispuestos a rendir? ¿Cuál fue el secreto de Espartaco?

Hoy comenzamos la búsqueda del secreto de los hombres y mujeres que movieron poderosamente a sus seguidores. ¿Cuáles fueron los factores que les impulsaron a alcanzar una visión específica y, en el proceso, ellos mismos y sus dirigidos fueron transformados de manera poderosa?

El tema que nos ocupa es liderazgo, por tanto, a fin de comenzar en el lugar correcto debemos entender lo que significa el término. Antes de ofrecer una definición de liderazgo, sin embargo, se debe comenzar limpiando el terreno, ya que si hay un tema contemporáneo sobre el cual abundan nociones erróneas, es justamente el tema del liderazgo. Oímos decir: “Microsoft es líder entre las compañías de software para computadoras …”  “Brasil es líder entre los países productores de café …” ¿Es el liderazgo algo tan abstracto? ¿Tiene algo que ver con producción de bienes materiales? Además, cada vez que he conducido un seminario sobre este tópico y pregunté a los oyentes: “¿Qué es liderazgo?”, las respuestas trajeron consigo, en su gran mayoría, una connotación negativa. Un elevadísimo porcentaje de personas, dependiendo de sus trasfondos y experiencias personales, tienden a asociar liderazgo con modelos erróneos que han conocido a lo largo de los años. En la mayoría de los casos dirigen sus mentes al campo político, y  el perfil que delinean es el de un tirano, de un demagogo o de un déspota. Y, seguramente, les sobran razones para justificar su modo de pensar.

Liderazgo, por lo tanto, si ha de ser comprendido cabalmente, no debe ser confundido con las cuatro distorsiones que mencionamos a continuación:

1. Liderazgo no es un dominio: La primera noción errónea que uno encuentra al hablar de este tema es aquella de que el jefe de la compañía, el capataz de la sección, es su líder. Que los mandatarios de turno de un país son sus “líderes políticos”. Que los pastores son los “líderes espirituales” del rebaño de Dios. Liderazgo incluye poder; sin embargo, un individuo puede tener la suma del poder sin que eso signifique que sea poderoso. Puede ser autoritario, pero esto no quiere decir que tiene autoridad. Todo líder cuenta con cierta medida de poder ejecutivo, derivado de su posición, del dinero que administra, del conocimiento que ha acumulado, o una combinación de todo esto. Los políticos, la policía, el ejército, los maestros, tienen poder. Pero, ¿son todos ellos líderes? Pregúntese, de otra manera, ¿A cuántos que conozco aspiraría a imitar, a modelar mi vida según el patrón de sus conductas? ¿Estos individuos “poderosos” le inspiran a la grandeza? Esto le dará una pauta somera de la diferencia que hay entre poder y liderazgo.

2. Liderazgo no es un cargo asignado: Un individuo puede ser llamado a ocupar una posición jerárquica dentro de una empresa, de una institución educativa o de cualquier otra índole. Puede postularse para cierto cargo público y ser democráticamente elegido. Puede ostentar el honroso título de presidente de la nación, gobernador de la provincia, gerente del banco, manager de una planta industrial,  pastor principal, anciano de la iglesia o diácono de la congregación. Todo muy honorable y digno de respeto pero, “la etiqueta no hace el producto”.  Liderazgo va más allá de un título que alguien ostenta por ocupar una posición. Liderazgo siempre es una función, una tarea que se debe cumplir. Por esta razón el apóstol Pablo, cuando trata el tema del liderazgo dentro de la iglesia de Dios, afirma: “Si alguno aspira a ser supervisor, a buena función  aspira”(1 Timoteo 3:1 NVI).  Numerosos individuos aspiran a una posición y cuando finalmente la logran, pasan a ser el freno de la organización. Todo líder tiene posición, pero no todos los que ocupan una posición son necesariamente líderes.

3. Liderazgo no es una figura idealizada: Los seres humanos somos proclives a crear estereotipos. En muchos círculos cristianos, por ejemplo, se piensa que “poder espiritual” es sinónimo de gritería. Y cuanto más grita un individuo el mensaje, tanto más “poderoso” se lo considera. De la misma manera, cuando de liderazgo se trata, con frecuencia muchos lo asocian con una personalidad extrovertida o con la habilidad de ser persuasivo, y hasta con ser algo cómico. Uno de los escritores contemporáneos mas prolíficos sobre el tema, enseña en uno de sus libros que la clave para llegar a ser líder está en desarrollar una personalidad “carismática” o “personalidad plus”. A fin de desarrollar una personalidad magnética, exhorta a aprender de los artistas de Hollywood, de la manera que se conducen cuando hacen su trabajo frente al público. ¿Es el liderazgo cuestión de personalidad?

Para este modo de pensar, John W.Gardner, uno de los  escritores mas prolíficos sobre el tema de liderazgo, tiene algo significativo que decir:

Los líderes vienen de muchas formas, con diferentes estilos y diversas cualidades. Hay líderes quietos y otros tan ruidosos que uno los puede oír desde la provincia de al lado. Algunos hallan su fortaleza en la elocuencia, otros en la capacidad de emitir juicios acertados, otros en el valor.

Esta verdad autoevidente que viene de la literatura secular, también puede ser profusamente ilustrada con ejemplos provenientes de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Moisés lleva al pueblo de Israel desde Egipto hasta la frontera de la tierra prometida; pero es Josué quien  finalmente la conquista e  introduce al pueblo en ella. ¿Eran idénticos en personalidad el uno al otro? Los resultados positivos de sus respectivas gestiones, ¿fueron fruto de sus personalidades carismáticas? Si se analizaran los jueces y los profetas se vería  emerger el mismo principio: que cada uno de ellos sirvió efectivamente a su generación no obstante tener personalidades básicas totalmente diferentes.

Lo mismo puede afirmarse aún con mayor claridad al observar a los apóstoles que Jesucristo escogió. Cada uno de ellos tenía caracteres diametralmente opuestos y, sin embargo, cumplieron en forma cabal la misión que les fue encomendada. Pedro entre los judíos, Pablo entre los gentiles, Juan cruzando los límites culturales y alcanzando probablemente a todos. ¿Fue esto el resultado de personalidades carismáticas, de modos de actuar adquiridos en alguna academia? De ninguna manera. Por el contrario, las personalidades carismáticas han sido históricamente, más bien causa de destrucción de muchos individuos y ministerios porque, con el tiempo, convencidos de su propia infalibilidad, se tornan inflexibles y cerrados al cambio.

Hay un principio que surge del estudio de la historia bíblica y secular,este es: que los verdaderos líderes no se fabrican en serie. Nadie puede forjar un líder, y para llegar a serlo, Dios y el individuo deben trabajar unidos en un proceso de desarrollo personal que dura toda la vida. Cada líder comenzó su carrera con una personalidad básica distintiva. Algunos eran extrovertidos, audaces y seguros de sí mismos; otros introvertidos, inseguros y tímidos. Sin embargo, cada persona que impactó a su organización o a su generación, debió aprender a ser eficaz en el contexto en que fue llamado a servir. Liderazgo no es, pues, cuestión de cierta personalidad estereotipada. Después de todo, si es asunto de desarrollar una personalidad plus ¿qué cursos se deberían  tomar para llegar a adquirirla? ¿Usted conoce alguna universidad que los ofrezca?

4. Liderazgo no es una profesión: Ser líder es ser siervo de una misión, de una causa poderosa. El liderazgo no está diseñado para satisfacer la ambición personal de ningún individuo. Muchos aspiran a ser líderes pero, en realidad, su motivación apunta a las recompensas que conlleva el obrar efectivamente. Les gustaría alcanzar el estilo de vida o “status” de los triunfadores. A diferencia de una carrera vocacional, en la que el individuo hace un esfuerzo por satisfacer su sed de logros y realizaciones, el liderazgo es una misión que lleva por fin ayudar que  los seguidores  desarrollen su propio potencial. Y, al lograrlo, ayudarán a alcanzar los resultados que la misión requiere, cualquiera sea ella.

La mejor ilustración de todo lo que estamos diciendo, la ofrece la historia del primer rey de Israel. Cuando Saúl fue investido como monarca de la nación judía probablemente no había ningún individuo que en potencia reuniese mayor número de cualidades notables para llegar a ser un estadista destacado. Dotado de capacidades intelectuales y actitudes formidables, cualquiera habría imaginado que al asumir la función de rey, su marcha continuaría siendo ascendente hasta el final. No obstante, nada pudo estar más alejado de la realidad. He aquí un hombre que de golpe fue investido con la posición política mas elevada de su nación, y en consecuencia se le ofrece todo el poder del que quiera disponer; era dueño de una  personalidad “carismática” que le podría ganar el afecto de todo el pueblo, y la posibilidad de hacer un impacto significativo en el curso histórico de su país. Y sin embargo, cuando su vida termina, nos asombramos ante el suicidio del rey y la ruina en que se encuentra la nación como consecuencia de su accionar. De la misma manera, hombres y mujeres hoy cuentan con los mismos elementos y oportunidades; no obstante, cuando sus vidas son analizadas desde la perspectiva de la eternidad y con los patrones de la verdadera grandeza, son hallados faltos a pesar de haber tenido personalidades y oportunidades formidables para hacer un impacto significativo.

Si liderazgo no debe ser confundido con estos cuatro conceptos erróneos, entonces, en definitiva, ¿cómo, entonces, se puede definir?

A continuación presentamos algunas de las definiciones que ofrecen distintos especialistas sobre el tema.

Paul Hersey y Kenneth Blanchard dicen:

Liderazgo es el proceso de influenciar las actividades de un individuo o grupo, en un esfuerzo destinado a alcanzar metas en una situación dada.

John W. Gardner:

Liderazgo es el proceso de persuasión mediante el ejemplo, por el cual un individuo (o equipo de individuos) induce a un grupo a alcanzar los objetivos del líder o aquellos que comparte con sus seguidores.

General Bernard Montgomery:

Liderazgo es la capacidad y la voluntad de reunir a hombres y mujeres para un propósito común y poseer un carácter que inspire confianza.

Fred Smith:

Liderazgo es influencia.

Bien podríamos ofrecer otras muchas definiciones, pero, después que uno ha analizado cada una de ellas, todos los autores que han estudiado el tema coinciden en afirmar lo siguiente: el liderazgo está íntimamente ligado con capacidad, actividad, metas e influencia. Y todo esto está sustentado por ciertas cualidades morales que proveen el fundamento para que el liderazgo sea posible. Por lo tanto, una definición básica de liderazgo sea en el ámbito de lo secular o lo espiritual, sería: la capacidad y actividad de influenciar a individuos para que alcancen metas prefijadas.

A nosotros, en particular, nos interesa explorar las dimensiones del liderazgo cristiano. Por lo cual, la próxima pregunta que se debe considerar es: ¿Existe alguna diferencia entre liderazgo secular y cristiano?  Teóricamente, tanto el uno como el otro operan sobre los mismos principios universales, y comparten el elemento más significativo: el individuo. La gran diferencia entre ambos, sin embargo, radica en la misión, las motivaciones y las prioridades. Un líder cristiano aspira a que  sus seguidores alcancen las metas establecidas por Dios; un líder secular, a que alcancen las metas establecidas por la organización. Un líder cristiano motiva a sus seguidores apelando a su amor a Dios; un líder secular establece una relación con sus seguidores basada en un contrato por ganancias materiales. La prioridad del líder cristiano es ayudar a los individuos personalmente a fin de que desarrollen su potencial, para que éstos a su vez lo ayuden a cumplir la tarea que Dios le ha encomendado. Un líder secular tiene una tarea que cumplir, y el individuo vale en tanto ayude a lograrla; si no lo hiciera, el líder incluso tiene el derecho de despedirlo. Por esta razón, pese a que el liderazgo está basado en principios universales, fuera de las mencionadas, entre el campo cristiano y el secular existen varias diferencias notables que sintetizamos en la siguiente tabla:

LIDERAZGO

 

SECULAR

 

CRISTIANO

 

1. Posición máxima

 

El individuo ocupa el cargo máximo

 

Jesucristo ocupa el cargo máximo

 

2. Origen

 

Talento natural

 

Don espiritual soberana- mente concedido por Dios

 

3. Requerimientos

 

Integridad moral

 

Integridad moral

 

4. Motivación

 

Servir

 

Glorificar a Dios;

Servir al prójimo

 

5. Capacidad

 

Energía física,

habilidades intelectuales

 

El Espíritu Santo

 

6. Prioridades

 

Los objetivos de la orga-

nización están por sobre el individuo

 

El individuo está por sobre los objetivos

 

7. Objetivos

 

Personales o de la organización

 

Los objetivos de Cristo

 

8. Recompensas

 

Visibles, inmediatas, materiales

 

Espirituales. A veces visibles, la mayoría de las veces se debe esperar a la eternidad para la recompensa total

 

 

Habiendo observado las diferencias más visibles entre ambos liderazgos,  quisiéramos presentar a continuación nuestra propia definición de liderazgo cristiano:

El liderazgo cristiano es la capacidad y actividad de motivar a otros para que logren los propósitos diseñados por Dios para sus vidas.

El objetivo de este libro es explicar, en los capítulos siguientes, cada uno de los elementos que componen esta definición. Reiteramos, liderazgo cualquiera sea la esfera de nuestro accionar, no es poder, ni posición, ni personalidad, ni una carrera, sino el resultado de ser siervos de una misión. Nunca será una búsqueda ascendente buscando alcanzar metas personales de grandeza en términos humanos, sino un camino en descenso, semejante al que Jesucristo debió recorrer (Filipenses  2:5–11). Esto demandará del líder lo mejor de sí en un esfuerzo arduo por conquistarse primero a sí mismo y luego luchar para prevalecer sobre circunstancias y poderosos enemigos externos. Demandará cargar la cruz, humildad, y abnegación en dosis enormes;  pero al mismo tiempo, será  el proceso más noble e inspirador en el que se involucre, ya que ¡no hay actividad más gozosa en esta vida que ayudar a otros a triunfar! Habrá recompensas y satisfacciones que sólo gustarán aquellos que están dispuestos a hacer el sacrificio supremo buscando servir a los demás. Todo líder cristiano tarde o temprano descubrirá que cuando alguien motiva a otros a captar la visión y el plan de Dios para sus vidas, estará añadiendo valor incalculable a la existencia de sus seguidores; pero el beneficio mayor lo recogerá primeramente el líder mismo, puesto que, ayudando a otros a crecer, crecemos nosotros también.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los bombardeos aliados dañaron una iglesia en suelo alemán. La explosión hizo que los brazos de una estatua de Cristo fueran quebrados. Después que la conflagración cesó, los miembros de la congregación decidieron restaurar el santuario. La pregunta era, ¿qué hacer con la estatua de Cristo sin manos? Repararla era imposible. Parecía que quedaría inutilizada para siempre hasta que alguien tuvo una nueva idea. La colocaron a la salida de la iglesia de modo que, al terminar el culto, cuantos salían pudieran verla claramente. Sólo le colgaron una leyenda que decía: “Tus manos serán las manos de Cristo esta semana”. Ser líder cristiano es tener el inmenso privilegio de ser las manos de Cristo durante la semana. Ministrando a otros para que crezcan en lo personal y como resultado, nos ayuden a cumplir la misión que Jesucristo comenzó y que ustedes y yo tenemos el privilegio de completar.

Si liderazgo cristiano es la capacidad de motivar a otros, por tanto, la próxima pregunta que debe ser respondida es, ¿esta capacidad se adquiere o se nos otorga antes de nacer? ¿Es cuestión de genética o de escuela? En otras palabras: ¿un líder nace o se hace? Responder a este interrogante crucial nos lleva al tema del próximo capítulo.