Minuto de Sabiduría Bíblica en Hebreo
Introducción General sobre el Lenguaje Hebreo
El hebreo pertenece a la familia de lenguas semíticas, lenguas emparentadas, como el acadio (asirio y babilonio), árabe, arameo y siríaco, etíope, fenicio, ugarítico, etc. Al hebreo, fenicio y otros dialectos vecinos se les denomina con frecuencia dialectos cananeos. Cf. E. Kautzsch, ed., Gesenius’ Hebrew Grammar, 2a ed. rev. por A. E. Crowley (1909; repr. Oxford: Clarendon Press, 1963)
Para más información y literatura sobre las lenguas semíticas véanse W. S. LaSor, A Basic Semitic Bibliography (Annotated), (Wheaton: Van Kampen, 1950), y J. H. Hospers, Basic Bibliography of the Semitic Languages, 2 vol. (Leiden: Brill, 1972–1974).
Hebreo bíblico es el nombre usado para el hebreo del Antiguo Testamento. Incluye algunas formas arcaicas, algunas formas tardías, y las etapas de evolución lingüística entre estos dos extremos. Este período de tiempo (por lo menos tan grande como entre el inglés de Chaucer [siglo XIV] y el inglés moderno) frecuentemente causa dificultades al estudiante con las ‘llamadas’ irregularidades. Complica el problema aún más, el hecho de que la vocalización del hebreo bíblico representa la pronunciación de aproximadamente el siglo VII d.C., e incluye varios cambios vocálicos que transcurrieron entre el tiempo de la Septuaginta (siglo III a.C.) y en algunos casos incluso durante el tiempo de la Vulgata (siglo IV d.C.) y los masoretas. El principiante debe tener en cuenta estos fenómenos cuando los encuentre, pero no debe intentar aprenderlos durante los estudios preliminares.
Las lenguas semíticas son lenguas habladas por los pueblos de la península árabe y las regiones adyacentes al norte, oeste y sur, que tienen características comunes ya que presentan un origen común.
Una característica de las lenguas semíticas es la posición dominante de las consonantes, que sustentan la idea básica, mientras que las vocales (y ciertos esquemas de consonante y vocal) dan el sentido específico de las palabras. Como la mayoría de palabras tiene tres consonantes básicas, esta característica se describe como triconsonantismo.
Las consonantes que llevan la idea básica se denominan radicales. A veces con raíces triconsonantes se usa el término ‘triliteral’, pero como algunas lenguas semíticas se escriben en estructura silábica más que en forma alfabética, este término es impreciso.
Fue un error de los semitistas de generaciones anteriores, repetido aún hoy, el intentar forzar todas las palabras hacia raíces originales (hipotéticas) de tres consonantes. Un buen número de palabras básicas (como ‘mano’, ‘espalda’, ‘boca’, ‘padre’, etc.) en el más temprano nivel conocido son biconsonánticas, y algunas tal vez incluso monoconsonánticas. Unas pocas son cuatriconsonánticas (cf. la palabra ‘cuatro’).
Una segunda característica de las lenguas semíticas es el sistema verbal. A diferencia de las lenguas indoeuropeas que conocemos, las lenguas semíticas no tienen un sistema de tres tiempos; es decir, en una forma muy simplificada, pasado, presente y futuro. Por el contrario, hay algo semejante al aspecto, según el cual la forma verbal describe un hecho o estado que está completo o incompleto, acabado o inacabado, en el tiempo sugerido por el contexto. Así un “presente” se puede usar para una acción o un estado en el presente o en el futuro, o incluso para una acción incompleta en el tiempo pasado.
Un segundo fenómeno del sistema verbal, es el uso de las estructuras derivadas (incorrectamente llamadas ‘conjugaciones’; tambien hay término hebraico que significa ‘edificio’, ‘construcción’ o ‘estructura’ es preferible) para indicar acción simple, intensidad, repetición, causatividad, etc.
El aspecto (tiempo, Aktionsart) y el cambio de estructura de la raíz verbal se establece por medio de alteraciones del esquema consonántico y vocálico, usualmente con la adición de ciertos prefijos, sufijos e infijos.
Ya que las similitudes de fonología, morfología, sintaxis y vocabulario de las lenguas semíticas son muy comprobables, es razonable asumir que estas lenguas tuvieron un origen común. Proto-Semítico (PS) es el nombre dado a una lengua hipotética originaria. Las formas PS son hipótesis, basadas en principios que explicarán las formas derivadas conocidas. No existen verdaderas formas PS sino por coincidencia o accidente. No hay muestras existentes del ‘Proto-Semítico’.
No hay acuerdo general sobre la subagrupación de las lenguas semíticas, las cuales muchas veces son agrupadas geográficamente en semítico oriental (acadio) y semítico occidental. Este último se divide aún entre semítico del noroeste (ugarítico, hebreo, fenicio, arameo, etc.) y semítico del sudoeste (árabe del norte, árabe del sur, etiópico, etc.). Los fenómenos lingüísticos, sin embargo, no siempre coinciden con la distribución geográfica.
El hebreo es una de las lenguas-H, en contraste al babilonio que es una lengua-Š. Esta distinción se basa en la estructura causativa (Hifil/Shafel) y los pronombres hû/šû, hî/šî, etc.
Se ha indicado que las lenguas semíticas están más estrechamente relacionadas entre sí que las clasificadas como indoeuropeas. Un grupo más grande, que incluiría ciertas lenguas del norte de África, con frecuencia llamadas lenguas camito-semíticas, es más comparable a la índole compleja de la familia indoeuropea, mientras que las lenguas semíticas son más bien comparables a una subfamilia como las lenguas románicas o germánicas. Los estudios camito-semíticos aún están en su infancia a causa de la pobreza de materiales ‘hamíticos’, aparte de las nociones encontradas en egipcio y bereber.
El hebreo moderno es un renacimiento del hebreo bíblico tardío tras un intervalo de muchos siglos, durante los cuales se desarrolló el hebreo mishnaico. Con la excepción de muchos añadidos del hebreo mishnaico, del arameo y de otras lenguas (no semíticas), el hebreo moderno no es muy diferente del hebreo bíblico. Como el hebreo ya es una lengua viva, un número creciente de maestros usa las reglas modernas de pronunciación en vez de las ‘clásicas’ del hebreo bíblico.
Para aprender un idioma es necesario aprender la gramática y sus nociones. Esto incluye el estudio de la pronunciación, la formación y el significado de las palabras en el idioma, y de cómo las palabras se unen para formar frases inteligibles. Así que el estudio de un idioma consta de fonología, morfología, vocabulario y sintaxis. Por lo tanto, la segunda parte de este manual contiene las siguientes partes: 1) fonología, 2) morfología, 3) sintaxis, y 4) vocabulario básico. Cf. Eugene A. Nida, Learning a Foreign Language (New York: Friendship Press, 1957), que es muy recomendado.
Fonología es el estudio de los fonemas, es decir, las unidades fónicas, que adquieren sentido cuando son utilizadas para formar palabras y frases. Utilizamos ‘frases’ en esta definición porque en algunos idiomas hay sonidos que aparecen en frases y no en palabras. El primer plano lingüístico es el fonológico que incluye el estudio de la fonología y de la fonética. Todas las secciones en este primer plano son enumeradas con el número l en el lugar de las decenas.
En sentido estricto, los sonidos de un idioma sólo pueden estudiarse en forma hablada. Pero cuando tratamos con lenguas antiguas, tenemos acceso sólo a formas escritas, a grafemas que se suponen correspondientes a los fonemas (unidades de fonología) o a los sonidos (unidades de fonética) de esas lenguas. Por lo tanto, el estudio de los grafemas (la forma escrita) es subsidiario al estudio de la fonología. El estudiante debe tener siempre en cuenta que las grafías no todas las veces representan exactamente los sonidos que los símbolos intentan expresar (cf. ough en INGL tough, thought, though, through, slough, etc.). Por ejemplo, es común en el habla castellana confundir los fonemas /y/ y /ll/ en palabras como cayó, calló, lluvia, caballo, etc.
Cuando la escritura de un idioma tiene una forma desconocida para quienes no saben el idioma, se suele usar un sistema de transliteración. Por razones obvias usamos un sistema que se puede reproducir a máquina de escribir en un alfabeto romano modificado.
Morfología es el estudio de formas flexionadas de las palabras, es decir, cómo se modifican para mostrar las categorías gramaticales. El segundo plano de la gramática trata de la morfología. Los párrafos en éste van enumerados con el número 2 en el lugar de las decenas.
Las lenguas se definen como aislantes, aglutinantes o flexivas según la manera en que indican la relación entre las palabras. En un idioma aislante, como el chino y, en buena medida, el inglés moderno, la relación se demuestra solamente por el orden de las palabras. Así ‘John hit Joe’ significa algo muy distinto de ‘Joe hit John’. En un idioma aglutinante como el sumerio o el turco moderno, la relación se demuestra por elementos añadidos a las palabras. En un idioma flexivo, la raíz o la estructura se modifica por medio de los prefijos, infijos, sufijos y otros elementos formativos para construir la palabra y para demostrar la relación entre las palabras. En el inglés los elementos de flexión permanecen en palabras tales como he, him, his y ride, riding, rode, ridden, etc. En el español quedan en los restos latinos de los pronombres personales y en la conjugación verbal.
El hebreo, como todas las lenguas semíticas, es una lengua de flexión. Categorías gramaticales como género, número, estado, persona, aspecto (tiempo), etc., se indican por elementos morfológicos (cambios en la forma).
Sintaxis es el estudio de la manera de coordinar y unir las palabras para dar sentido y formar oraciones. Conocer el vocabulario es una condición necesaria para comprender un idioma, pero no es suficiente. Asignar los equivalentes españoles a las palabras de una oración hebrea sería solamente un ejercicio de sustitución. Sin conocer la relación de esas palabras, es decir, la sintaxis de la lengua, la oración no tiene sentido. Lo mismo ocurre en el español. Note, por ejemplo, qué pasaría si las palabras de la primera oración de este párrafo fueran copiadas en un orden indiscriminado. La nueva oración no tendría sentido: ‘De manera coordinar es estudio el de y palabras la unir sintaxis dar para sentido oraciones formar y las’. El tercer plano de esta gramática trata de la sintaxis. Todos los párrafos en éste van señalados con el número 3 en el lugar de las decenas.
Sin importar cuánto conozcamos de fonología, morfología y sintaxis, no podríamos comprender una lengua si no supiéramos los significados de las palabras. Así que, el dominio del vocabulario es esencial para estudiar una lengua.
¿Cuánto vocabulario debe conocer un estudiante de cualquier idioma? Es lógico que cuantas más palabras conozca, tanto más puede leer, y quizá más rápidamente. Pero no todas las palabras tienen el mismo valor. De hecho es muy importante conocer las palabras que aparecen con más frecuencia que las que aparecen menos veces. Los estudios lingüísticos modernos recalcan un vocabulario básico, y en este manual hemos seguido ese principio. El cuarto plano de la gramática contiene un vocabulario básico de hebreo.
Hay aproximadamente 1.100 palabras que aparecen en la Biblia hebrea con una frecuencia de 25 o más veces. Si el estudiante aprende este vocabulario de memoria, podrá leer con rapidez grandes secciones, sobre todo en la literatura narrativa. También hay algunas palabras de menos frecuencia que tienen una significación teológica importante las cuales también deben aprenderse. Además, hay palabras que, aunque tienen una frecuencia baja en la Biblia hebrea, tienen una frecuencia relativamente alta en algún libro determinado. De hecho, para leer con facilidad y comprensión ese libro, el conocimiento de tal vocabulario distintivo es vital, pero en la cuestión de la adquisición del vocabulario básico, tales palabras son de importancia secundaria. Sin embargo, las palabras que se repiten con mayor frecuencia, en un solo libro (ej. Sél?h 74x, 71x en Salmos), pueden considerarse de importancia secundaria con respecto al vocabulario básico.[1]
[1] LaSor, W. (2001). Manual de hebreo bíblico, volumen 2: Un método inductivo basado en el texto hebreo del libro de Ester (41–45). Bogotá, Colombia: Centros de Literatura Cristiana.