Ministerio de Apóstol
Apóstoles
El vocablo “apóstol” se emplea de tres maneras diferentes en el Nuevo Testamento.
“Apóstol” como título. El vocablo es aplicado como título a los siguientes: los Doce (Lc. 6:12, 13); Matías (Hch.1:26); Pablo (Ro. 1:1; Gál. 1:1); Bernabé (Hch. 14:4–14); Jacobo, el hermano de Jesús (1 Co. 15:7; Gál. 1:19); Silvano y Timoteo (1 Ts. 2:6); y aparentemente Andrónico y Junias (Ro. 16:7). En la iglesia primitiva, para ser apóstol había que reunir ciertas condiciones. Una de ellas era haber visto a Jesucristo y haber estado con él desde el principio (Hch. 1:21–23). Otra condición era haber sido testigo de la resurrección del Señor (Hch. 1:22; 1 Co. 9:1, 2; 15:8, 9). Otra más era haber recibido la comisión de predicar del Señor, recibiendo poder y autoridad de él para ello (Mr. 3:14; Jn. 20:21; Hch. 9:5, 15, 16). Hay quienes agregarían una cuarta condición, que sería haber sido quienes pusieron el fundamento doctrinal de la iglesia.
No obstante, puede ser que haya habido apóstoles que ejercían este ministerio sin reunir estas condiciones. Es dudoso que Andrónico y Junias (dos personas griegas de Corinto) hayan conocido personalmente al Señor. Silvano y Timoteo nunca vieron a Jesús, ni fueron testigos de la resurrección, ni fueron comisionados personalmente por Jesús. Jacobo o Santiago (el hermano carnal de Jesús) conoció muy bien al Jesús histórico, pero se convirtió después de la resurrección y, hasta donde sabemos, nunca fue comisionado personalmente por el Señor.
Los Doce ocupan un lugar único e irrepetible (Ap. 21:14), pero no fueron ni son los únicos apóstoles. Jesús resucitado se presentó primero a los Doce, pero después “a todos los apóstoles,” otros creyentes que los Doce (1 Co. 15:5, 7). En varios lugares del Nuevo Testamento se advierte contra los “falsos apóstoles,” lo cual no sería necesario si los únicos apóstoles eran los Doce (2 Co. 11:13; Ap. 2:2).
APÓSTOLES MENCIONADOS EN LA BIBLIA
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LOS DOCE
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OTROS APÓSTOLES
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Andrés, quien trajo a su hermano Simón a Jesús.
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Matías, elegido como apóstol para llenar la vacante dejada por Judas.
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Bartolomé o Natanael, ganado por una palabra de conocimiento.
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Bernabé, trajo a Pablo a los Doce y a la iglesia en Antioquia. Hombre bueno.
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Felipe, quien trajo recursos y personas a Jesús.
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Pablo, el apóstol de los gentiles, y el más grande de todos en el N.T.
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Jacobo, el hijo de Alfeo, el más joven de quien no se sabe mucho.
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Jacobo, hermanastro de Jesús, pastor de la iglesia en Jerusalén y autor.
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Jacobo, el hijo de Zebedeo, el más viejo, que era hermano de Juan.
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Silas, el primero en desarrollar su ministerio como apóstol-profeta.
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Juan, el amado, el apóstol profético, autor del Evangelio y Apocalipsis.
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Apolos, elocuente, intelectual, orientado al trabajo en equipo.
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Judas Iscariote, quien negó a Jesús y perdió su apostolado.
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Andrónico, un apóstol notable entre los hermanos.
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Mateo, quien fue cobrador de impuestos y autor del primer Evangelio
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Epafrodito, apóstol fiel, sacrificial, sobreveedor de la iglesia en Filipos.
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Pedro, pescador impetuoso a quien Jesús le cambió el nombre.
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Junias, la única mujer mencionada como apóstol.
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Simón, el zelote, con gran entusiasmo y celo por el cambio.
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Timoteo, entrenado y comisionado por Pablo.
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Tadeo o Judas o Lebeo, el joven y oscuro seguidor de Jesús.
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Anónimo, “el hermano” que se menciona en 2 Co. 8:18.
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Tomás, devoto, melancólico, con una fe que necesitaba pruebas para creer.
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Anónimo, “el hermano” que se menciona en 2 Co. 8:22.
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“Apóstol” como delegado. En el Nuevo Testamento se utiliza la palabra para referirse en un sentido general a una persona que actúa como delegada, representante, enviada o mensajera. Pablo se refiere a los “enviados (apostoloi, mensajeros) de las iglesias” (2 Co. 8:23; Fil. 2:25). En estos contextos se trata de hermanos enviados de una iglesia a otra con recados especiales. El vocablo se aplica a misioneros u otros creyentes enviados en misiones especiales.
“Apóstol” como mensajero de parte de Dios. Este es un uso especial del término en el Nuevo Testamento (Lc. 11:49; Ap. 18:20; en He. 3:1 se aplica en este sentido a Cristo). En este sentido, todo creyente es un “apóstol” o mensajero, ya que es enviado por el Señor con una misión que cumplir en el mundo y con un mensaje que proclamar.
Sea como fuere, es interesante notar que de los cinco dones o ministerios residentes que se mencionan en Efesios 4:11, el de apóstol es uno de los más mencionados en todo el Nuevo Testamento. Los dones residentes son mencionados un total de 272 veces en el Nuevo Testamento, siendo el don profético el que más se menciona (172 veces), pero sólo el 25% de todas esas menciones tienen que ver con un profeta activo. El don y ministerio apostólico se menciona 83 veces, el de maestro 13 veces, el de evangelista 3 veces y el de pastor una sola vez.
David Cannistraci: “Apóstol es una persona que es llamada y enviada por Cristo y tiene la autoridad espiritual, carácter, dones y habilidades para alcanzar y establecer a la gente en el reino de la verdad y el orden con éxito, especialmente mediante la fundación y supervisión de iglesias locales.”
A la luz del uso del vocablo en el Nuevo Testamento se puede decir, en general, que apóstol es “alguien enviado con una misión.” En un sentido amplio, todos los creyentes somos apóstoles, ya que Dios envió a Jesús con una misión y él nos envía a nosotros al mundo con una misión. Hablando de todos sus discípulos, Jesús enseñó que “el enviado (apóstolos,) no es mayor que el que le envió” (Jn. 13:16, RVR). Todos los creyentes somos enviados al mundo por Cristo y compartimos la misión apostólica de la iglesia (Jn. 17:18; 20:21). En un sentido estricto, un apóstol es un enviado por Dios, que va al mundo a predicar a Cristo, a fundar iglesias y confirmarlas, y que ejerce una autoridad espiritual especial.
Bill Hamon: “Un apóstol es simplemente una persona que ha sido dotada divinamente con la naturaleza y habilidad de Cristo el Apóstol. Jesús fue capaz de manifestar lo milagroso, conocer las verdades acerca de su Iglesia y los propósitos de Dios su Padre, operar en el don de fe y discernimiento de espíritus, echar el fundamento y traer la revelación para su iglesia a través de su oficio de apóstol.”
El don apostólico, por su importancia estratégica, ocupa un lugar prominente entre los demás dones. El don aparece encabezando las listas en que se lo menciona (1 Co. 12:28, 29; Ef. 4:11), posiblemente por la autoridad espiritual que representa. En este sentido misionero, el don apostólico está vigente en el día de hoy. El apóstol es alguien enviado con un mensaje. El apóstol es alguien que establece y afirma a la iglesia. El apóstol es alguien que ejerce autoridad al fijar políticas y ponerlas en ejecución. El apóstol es alguien que cumple un ministerio de restauración de pastores e iglesias. Es alguien que tiene una autoridad especial para edificar la iglesia (2 Co. 13:10). Y también posee una visión muy amplia del reino de Dios, lo cual lo constituye en un agente fundamental para la unidad de la iglesia.
El don de apóstol es el primero de los cinco dones residentes de Efesios 4:11, y como tal sirve para el cumplimiento de un ministerio fundacional (Ef. 2:20), que satisface básicamente las siguientes demandas. (1) Se requiere de los apóstoles que tengan un llamado definido y personal de parte de Dios en sus vidas. Pablo dice de él mismo que había sido “llamado a ser apóstol” (Ro. 1:1). (2) Se requiere de los apóstoles que tengan una intimidad y conocimiento especial con el Señor Jesucristo (1 Co. 9:1). (3) Se requiere de los apóstoles que satisfagan todas las condiciones bíblicas establecidas para un obispo (1 Ti. 3:1–7; Tit. 1:5–9; 1 P. 5:1–4). (4) Se requiere de los apóstoles que cumplan con el ministerio quíntuple de Efesios 4:11–17 y que funcionen en todos esos aspectos ministeriales. (5) Se requiere de los apóstoles que tengan el reconocimiento y confirmación de sus pares (ver Gál. 2:9; Hch. 13:1–3). (6) Se requiere de los apóstoles que tengan fruto específico en sus labores (1 Co. 9:1, 2). (7) Se requiere de los apóstoles que mantengan su apostolado a través de una completa sumisión al señorío de Cristo y lealtad a él (ver Hch. 1:25).
C. Peter Wagner: “El don de apóstol es la habilidad especial que Dios da a ciertos miembros del cuerpo de Cristo para asumir y ejercer un liderazgo general sobre un cierto número de iglesias con una autoridad extraordinaria en cuestiones espirituales que es reconocida y apreciada espontáneamente por esas iglesias.”
El ejercicio del don apostólico es una gran necesidad en la hora presente, especialmente en contextos en los que se está dando un gran crecimiento de la iglesia y se requiere una multiplicación en la formación de liderazgo. Los apóstoles son personas que ejercen su don especialmente en relación con pastores e iglesias. Brindan consejo y ayuda, restauran, reconcilian, resuelven problemas, ministran sanidad y liberación a líderes y pastores, imponen disciplina, tienen una visión global de la obra más que local. La tarea de los apóstoles no es de carácter administrativo, ni institucional o política, sino más bien están para fundar y confirmar la obra del Señor. Los apóstoles plantan iglesias, sobrevén y fortalecen a las iglesias, desarrollan líderes, ordenan ministerios, supervisan y coordinan ministerios, resuelven situaciones de crisis, y trabajan en red con otros ministerios. Las señales propias del ministerio apostólico sirven para edificar a las iglesias, al poner de manifiesto la realidad, actualidad y vigencia del poder del Espíritu Santo.
James Robert Clinton: “El don de apóstol pertenece a alguien que ha sido seleccionado como un representante de una iglesia local, teniendo autoridad de parte de Dios a través de ellos y bajo la autoridad de ellos, con el propósito de comenzar nuevas iglesias y establecer y confirmar el liderazgo en estas nuevas iglesias. Este don también puede aplicarse a quien tiene autoridad de parte de Dios para comenzar nuevas estructuras misioneras.”
Continuara…